martes, 10 de junio de 2014

PERDIDA

Cuando me dijeron, escribe, así es más fácil sobrepasar cualquier cosa, yo pensé: “¿Esta Loco?”, pero después de casi 20 años escribiendo tristezas, alegrías, fracasos, me doy cuenta, que sigue siendo mi escape más sano.

Podría empezar por hablarles de mi perra que se murió, o de la vez que quería salir corriendo de casa por la friega que me acababan de dar, pero creo que mejor hablare de lo cerca que estuve de perderme a mí misma.

Sucedió hace 8 años, era yo una joven de tan solo 24 años, que quería comerse el mundo entero, que sentía que todo podía hacerlo y podía lograrlo, y así era, tenía un trabajo que reconocía mi capacidad mental y que me remuneraba por eso, gente a mi cargo que reconocía que mi edad no era impedimento para saber y para dirigir. Aun así yo quería más (no sé por qué los seres humanos siempre queremos más); así que entonces conseguí un novio, alguien con quien “compartir”, eso era lo que yo quería y así fue al menos un tiempo.
Un corto tiempo, porque entonces empezó a haber ciertas señales que no quise ver, y digo no quise, porque ahí estuvieron todo el tiempo, y todos las vieron, menos yo; empezamos con el típico “oye estas un poco llenita”, y por qué no dejas de comer X o Y, y vino una dieta y después el ejercicio, si ya se, eso es bueno, pero no es bueno, cuando es impuesto y cuando lo haces por agradar a alguien más.

Con el ejercicio y la dieta, vienen las consecuencias, pérdida de peso, traducción, uno se vuelve flaca y entonces la siguiente frase: “Hay que cambiar de guardarropa”, y un día entero cambiando mi manera de vestir, en ese momento no lo vi, pero me estaba disfrazando de alguien que no era, me veía en el espejo y no me reconocía.

En el momento en que ya era la “mujer que él merecía” deje de ser yo y me convertí en su muñeca, una mujer que no sabía quién era y que seguía haciendo lo que mi hombre quería, porque hay que mantenerlos contentos, es lo que siempre me dijeron, y empecé a desaparecer, a ser alguien que no era yo, que no se divertía y que no sabía que estaba pasando.

Pero esto no es lo peor, ah no, perderse y dejar de ser yo misma, no es lo peor que me ha pasado, lo peor vino dos años después de estar con “mi amor” por qué solo quería lo mejor para mí, si claro, lo mejor para mí y un día cuando no hice caso por algo que me dijo, se desato el infierno, el primer golpe, una cachetada para ser exactos… aún el día de hoy no sé qué ocurrió, en que momento  o por qué razón yo recibía un golpe de aquel que juraba amarme, yo sabía que no estaba bien, pero no razonaba, no coordinaba y tampoco pensaba.

Obvio pidió perdón mil veces y 999 lo rechace, pero en la vez número mil, lo perdone, y entonces las cosas fueron miel sobre hojuelas, así que pensé que solo había sido que había tenido un mal día.
Pero no fue así empezaron las amenazas sobre a quién vez, con quien estas, que haces y ahora el miedo era que la cachetada se convirtiera en una golpiza, no tardó mucho en que así fuera,  unas vacaciones que nos tomamos,  y sucedió lo inevitable. Estuvimos discutiendo todo ese día por una y cien cosas,  y en la noche, antes de acostarnos, yo reclame algo, no recuerdo que y entonces vino el infierno, una cachetada, antes de poder reaccionar otra más, gritos y más golpes, me golpeo en la cara, en las costillas, el estómago, las piernas, y me mordió la espalda, ah, pero como yo soy bien macha no deje que me pegara sin pelear (que pinche orgullo), así que como pude, lo mordí, le pegue y hasta le avente mi plancha para peinar, sí que “orgullosa me siento de mi”; si es sarcasmo,  porque ese día fue el peor día de mi vida, mientras estaba encerrada en el baño, llorando y tratando de lavarme las heridas y de que el agua se llevara todo lo malo que me acababa de pasar, por mi mente pasaban cada una de las señales que debí haber visto, cada uno de los focos rojos que se prendieron y yo omití, y entonces, con la dignidad por los suelos, a la única que podía culpar era a mí misma.

Esa noche dormí en el baño, en el suelo, junto con mi dignidad y mis ganas de seguir adelante, al día siguiente, ya con las heridas visibles (rasguños, moretones, golpes y con el cuerpo tan pesado), la persona que había sido el artífice de aquello con todo el amor del mundo me baño y me curo las heridas, las superficiales claro está, y lo deje, deje que me bañara y que me curara y que no se viera tan mal mi cara. Ahí fue cuando descubrí como algunas mujeres tapan sus heridas con el maquillaje, y listo, no había pasado nada en mí.

Al regreso al mundo real, donde ambos trabajábamos y donde nadie sabía de lo que me había sucedido, decidí que no quería continuar con esa vida, así que las salidas tarde del trabajo y las juntas interminables aparecieron. Para este momento, yo no quería que nadie supiera lo que me había pasado, tontamente creía que mis amigos me juzgarían por tonta y dejada, así que no hable del tema, hasta que se convirtió en una carga tan pesada que tuve que decirle a las personas en las que más confiaba, y para mi sorpresa, no me juzgaron, todo lo contrario me ayudaron a superar este trago amargo.
A pesar de que en mi cara pareciera que no había pasado nada, en realidad esa noche me paso de todo, y una parte de mí se rompió y nunca volví a ser yo, dentro de esa golpiza, algo se fracturo en mí y no se ha podido reparar.

Hoy día sé que no fue mi culpa que me golpeara, pero si fue mi culpa permitir creer que necesitaba cambiar para que me quisiera, y sé que también fue mi culpa perdonar el primer golpe…


Hoy, aún no estoy curada, porque aún sigo culpándome de tantas cosas que pasaron, pero leí una frase en un libro que dice “Hay pasos que debemos dar nosotros solos”, así que yo aún estoy dando esos pasos y que sé que me llevaran a una mejor versión de mi misma.  


la entrada que acabas de leer fue escrita de forma anónima, yo solo gestiono el blog. 

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